lunes, 18 de julio de 2011

La despedida de De Gea

Ayer, viajando en el avión camino de la concentración del Manchester, David De Gea, el ex-guardián de la portería del Vicente Calderón, escribió una carta de despedida para todos los atléticos. Personalmente, como colchonero que soy también, sólo puedo desearle lo mejor en su nueva aventura y darle las gracias por todas sus actuaciones con nuestro equipo. Entiendo su postura y el hecho de querer irse en busca de nuevos retos que en nuestro club , dada su situación actual, no podría lograr. Y le agradezco la manera en que lo ha hecho, respetando a la entidad y a todos sus aficionados, y sin hacer declaraciones que forzasen su salida y perjudicaran los intereses económicos del club. Gracias por todo David, y estoy seguro que muchos te seguiremos esperando de vuelta con los brazos abiertos.

Os dejo con la carta en si:



Desde una nube

Ha pasado algo más de una semana desde que firmé el contrato con mi nuevo equipo. Parece que fue ayer cuando tenía cuatro años y me incorporé por primera vez al Atleti en Casarrubuelos. Desde el avión en el que viajo para incorporarme al Manchester United lo recuerdo con nostalgia, con la sensación de que esta nostalgia va a ser mi compañera de viaje por mucho tiempo. Como cualquier otro niño, iba cada tarde acompañado de ilusión y de mis padres (sin su apoyo nada de esto hubiese sido posible) con la única meta de defender la portería del Calderón algún día.

Hace poco más de año y medio cumplí mi sueño rubricándolo con dos títulos, jamás olvidare esa sensación, jamás olvidaré la cara de la gente pintada de rojiblanca. Lo que tampoco podré olvidar son las lágrimas de Barcelona detrás de los cánticos de apoyo de los nuestros.

Hoy, 16 años después, emprendo un nuevo reto con la misma ilusión de aquel niño y con el agradecimiento eterno a un sentimiento, ese que sólo nosotros entendemos, ese que llevaré siempre en mi corazón sea cual sea el escudo que adorne mi pecho.

Veo desde la ventana del avión cómo dejo atrás mi casa, agradecido a mi nuevo club por la oportunidad que me ofrece y con la seguridad de que allí terminaré mi formación para que desde la distancia, esa que sólo ponen los kilómetros, estéis orgullosos de ese chaval que soñaba con que el Calderón corease su nombre.

A miles de metros sobre el suelo me acuerdo, hoy más que nunca, de todos los compañeros, entrenadores y trabajadores del club que han hecho posible que aquel niño sea hoy un hombre.

Al ganar un título se mezclan las sonrisas y las lágrimas. Es lo que me pasa a mí ahora: lágrimas por lo que dejo, sonrisas por la ilusión de algo nuevo pero también por la seguridad de que algún día volveré a casa.

Gracias por todo.

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